El huracán mató al menos a ocho personas a su paso por Veracruz; seis eran niños. En Xalapa murieron Kevin Alex, de 9; Alexa, 3; Áxel Jair, 4; Cristopher, 5; Daniela Gisellle, 7 y María Fernanda, de 15 días de nacida. El padre sobreviviente pide a ls políticos no olvidarse de la promesa de la reubicación.
Por Ignacio Carvajal
Xalapa, 22 de agosto (Blog Expediente).– Hace una semana, Dora Isabel Caballero Alarcón se presentó en la tienda de doña Rosa Alejandra Pascacio Vázquez.
Lleva en brazos a su pequeña hija recién nacida, María Fernanda Moreno Caballero, quien no sumaba ni una semana de haber llegado al mundo.
La mujer apenas y se podía sostener en pie en medio de las sinuosas calles de la colonia Ampliación Brisas del Sedeño, de Xalapa.
A pesar de lo débil que se encontraba después del parto, Dora Isabel estaba muy entusiasmada por visitar a su vecina y presentarle a la última integrante de la familia.
El bebé fue cargada por la señora Rosa Alejandra y por las demás mujeres de la familia.
A la joven madre le regalaron una despensa y le dieron muchas bendiciones por su beba.
«Es la última, ya vamos a cerrar la fábrica» bromeó Dora Isabel con sus vecinas.
Esa fue la primera y última vez que vieron a esa bebé, ella y su madre, al igual que sus cuatro hermanitos de 9, 3, 4 y 5 años fueron sepultados por un cerro que se desgajó a consecuencia de las lluvias traídas a Veracruz por el huracán Grace.
«Tuvieron una muerte espantosa, fue algo horrible, hasta acá se escuchaban los gritos del papá y de los hermanos tratando de desenterrarlos cuando se les vino encima el cerro», relató Rosa Alejandra desde su tienda de abarrotes, ubicada a unos metros de la residencia de la desgracia.
Ahí recordó una de las últimas cosas que le contó Dora Isabel, ella y su esposo Adán tenían muchas expectativas para comenzar a construir una casa de material.
En la que vivían, y que se convirtió en su tumba, era débil estructuralmente, un cuartito provisional en dónde se acomodaba toda la familia en un par de camas, reducidos en espacio, y sobre todo, vulnerables ante la madre naturaleza.
Dora Isabel le contó a su vecina que ahora sí iban a echar mano de unos cuantos ahorros y de la ayuda de otros familiares para levantar muros de concreto y un techo adecuado para atajarse de las lluvias y el frío, y darle a los hijos un espacio más digno.
Pero la débil casita y los sueños de la familia quedaron sepultados bajo varias toneladas de lodo y rocas por el deslizamiento de un cerro en la zona del Río Sedeño, un área natural de Xalapa que debería estar prohibida para el uso habitacional, y que a lo largo de gobiernos municipales de todos los partidos, ha ido creciendo sin control, sobre todo después de elecciones.
«Acá somos una colonia olvidada, los políticos no nos vienen a ver ni en elecciones, con eso te digo todo. Eso sí, cobran predial y la basura, aunque el camión nunca pase por acá» relató un vecino.
En esta zona, aunque se vive en medio del riesgo de que se vaya a caer un cerro en la cabeza de uno, hay terrenos que van de los 80 a los 200 mil pesos.
«Y pues la gente los compra, luego te los dan en facilidades, ¿y que haces? Sino hay ya en dónde vivir y esto es una necesidad», reconoce Rosa Alejandra Pascacio Vázquez.
El solar donde se dio la desgracia costó aproximadamente 100 mil pesos y lo agarraron en oportunidad y facilidades con otros integrantes de la familia que se fueron a vivir con ellos y construyeron sus propias viviendas.
Ahí, pegaditos, pero cada quien en su casita, llevaban una vida común.
En la zona, a unos metros, corre el río Sedeño, hay nacimientos de agua y manchas de bosque.
Hace dos años, cuando llegó a esta colonia la familia de Adán Moreno y de Isabel Caballero, la prioridad era contar con un terrenito para comenzar a edificar sus sueños. La pareja se había conocido hace unos añitos, y decidieron unir sus desteñidos.
Adán ya traía dos hijos de su anterior matrimonio, y Dora Isabel, igual ya tenía dos hijos que Adán acogió como suyos.
Pero ambos asumieron a los hijos del otro como propios. Los vecinos cuentan que ella y él no hacían distinciones al momento de darles amor y atenciones.
Adán trabajaba en una empresa ubicada muy cerca de la zona en dónde recolectan y compran metales de desecho, y él hacía funciones de obrero.
A diario se miraba a uno de sus hijos, el más despierto, bajar por la colonia rumbo al trabajo del padre para llevarle el lonche que le preparaba su esposa Dora Isabel.
Eran muy humildes, pero queridos por todos en la zona ya que se trataba de una familia de trabajo y de lucha.
Lamentablemente, los vecinos se percataron de la tragedia cuando ya habían pasado unos 30 minutos y se encontraron a Adán y a otros miembros de su familia escarbando como locos para tratar de rescatar a los sepultados.
«Ni para que nos llamara por teléfono, todos los aparatos se me quedaron ahí enterrados, ya fue uno que pasó y se dio cuenta que comenzó a llamar a los demás vecinos y todos nos fuimos para allá a ver qué pasaba», relata Rosa Alejandra.
Fueron muchos los vecinos que llegaron en plan de ayuda, con cubos, palas, cuerdas y demás herramientas para tratar de rescatar a las víctimas; sólo lograron rescatar a uno de los niños, por los demás nada se pudo hacer.
Con vida, pero delicado de salud, Áxel Moreno Caballero, de seis años, es el único sobreviviente de ese deslizamiento; aún sigue en hospital.
Los colonos cuentan que la ayuda de las autoridades llegó muy tarde, «ya no más llegaron a sacar los cuerpos» dijo Rosa Alejandra.
Durante el funeral, Adán Moreno, viudo, padre de los finados, no daba crédito a lo que le había pasado en unos cuantos segundos. Todo su mundo se destruyó por el huracán. Recuerda que él pudo salvarse ya que se despertó temprano a prepararse para sus tareas habituales y escuchó algunas rocas que caían sobre el techo y repentinamente el cerro se desplomó sobre su vivienda ante sus ojos, sin que le diera tiempo de avisar a los suyos.
Horas antes de irse dormir, en medio de una noche lluviosa por los primeros efectos de Grace, recuerda, jugó mucho con sus hijos y pasaron un rato agradable, se abrazaron y fueron amorosos. «Yo no sé si ya lo presentían», cuenta desde la casa en la colonia Revolución donde se dan mis últimos detalles al funeral de su familia.
«Lo único que le pido a ustedes (dijo a los periodistas) es que me ayuden a llevar mi mensaje, las autoridades me prometieron una reubicación, ojalá cumplan su promesa», dijo.
Grace pasó por Veracruz dejando hogares enlutados, son al menos ocho las personas que perdieron la vida, un obrero en Poza Rica que resultó aplastado por un domo, los cinco niños y su mamá en la colonia Rio Sedeño en Xalapa y ahí mismo en Xalapa, en la colonia 21 de marzo, otra niña que igual terminó sin vida por un deslizamiento de tierra.